Hoy el mundo se despierta triste, impotente, consternado tras el atentado que anoche sufrió Niza y que cobró la vida de (por ahora) algo más de 80 personas. Otra vez Francia. Otra vez personas que pagan la locura de algunos sin haber hecho nada. Otra vez, duele.
80 personas, con todo lo que eso incluye. 80 vidas arrebatadas sin piedad. 80 familias devastadas por el dolor. 80 padres y madres, abuelos y abuelas, maridos y mujeres a los que también les ha sido quitados un trozo de su vida. 80 platos menos a la mesa. 80 te quieros menos.
Ha salido un comunicado del presidente francés asegurando que entre las víctimas se encontraban varios niños. Varias vidas enteras por vivir que les han sido quitadas de un plumazo. Un niño, que es la personificación de la inocencia, quien solo ve el lado bueno de las cosas, quien tiene la ilusión por vivir intacta, quien disfruta al máximo de lo que es vivir. Ya no podrán madurar. No podrán ir al instituto, no podrán estudiar lo que quieren, no podrán convertirse en las buenas personas que habrían sido, por culpa de que en el mundo también existe gente mala.
Y la gente mala es mucho menor en número. Y se llevan a la gente buena.
A ver cómo explicamos esto, porque ni siquiera mi cabeza puede llegar a entender cómo pueden existir ese tipo de personas. Cómo se puede vivir con tanto odio y rabia dentro, cómo se puede pagar con gente totalmente inocente.
No encuentro otra explicación salvo que el mundo se está volviendo totalmente loco. Si somos la especie más evolucionada, desde luego demuestra que somos horribles.
#PrayForNice
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