Según numerosas definiciones, el hecho de regalar se trata de una experiencia social, cultural y económica que fortalece relaciones sociales y se convierte en un gesto que expresa sentimientos y afectos (sí, bastantes rodeos para expresar algo que todos sabemos perfectamente lo que es). El caso es que ahora nos da por hacer regalos con más valor sentimental, lo que va ligado a estar varios días (o incluso semanas) pensando en el regalo en cuestión, o en otras palabras, jodidos. Pero esto lo explico más adelante.
En 1993 nació el deadweight loss of Christmas (pérdida de eficiencia de las navidades). Acuñado por Joel Waldfogel, (resumiendo) este término hace referencia al hecho de que con una misma cantidad de dinero, es más probable que el que regala compre algo que guste menos al que lo recibe que si se hubiera ido de compras él mismo (si tenéis tiempo y ganas para leer el estudio en inglés, podéis haerlo clickando aquí, aunque lo veo bastante poco probable jajajaja). El caso es que aunque esto parece obvio, este fenómeno nace ante la forma de ver el acto de regalar desde una perspectiva económica. Aunque no se tiene en cuenta que el comprador no será el consumidor final, por lo que existe una notable diferencia entre el coste realdel regalo y la forma en que el que lo recibe lo percibe.
Otro reciente estudio publicado en Journal of Consumer Research (página web inglesa) indaga en el papel del que regala, y dice lo siguente: "Los regalos pueden servir para reforzar vínculos entre el que regala y el que recibe, y pueden servir como una forma natural de establecer y mantener el orden de un grupo social. Los regalos pueden involucrar la expectación ante la reciprocidad y pueden, a veces, ser expresiones egoístas de amor y afecto. Dar regalos crea vínculos sociales intensos. En un intento de mejorar los vínculos sociales, los que dan regalos suelen optar por dar el regalo que más gusta al que lo recibe, y para ello piensan en cómo los van a recibir".
El problema es que hay una gran diferencia en la manera de percibir este hecho entre la persona que regala y la que recibe el regalo. Otro estudio (ya os dije que había muchos ;) determina que los que reciben regalos preferirían que se les diera exactamente lo que han pedido, en lugar de algo que se cree que va a ser más personal. Según este mismo estudio, el que regala no debería fijarse tanto en el precio ni el valor sentimental. Es decir, en resumen: somos malos regaladores porque pensamos demasiado en cómo va a recibir el otro el regalo. Y nunca mejor dicho. Creemos que encontrará perfecto nuestro regalo, cuando en realidad lo que quieren es algo práctico. Parece que al final hay que dejar los sentimientos al margen a la hora de regalar y prestar más caso a la funcionalidad. Parece. Porque al fin y al cabo, cada persona es un mundo y le gustan unas cosas. Por ejemplo, a mí personalmente me gusta que me regalen las cosas que pido, pero me gustan más aún las sorpresas, saber que alguien ha estado pensando en ti. Y creo que a todos nos gusta alguna sorpresilla de vez en cuando ;)
Por último, os dejo una selección una selección de anuncios que se están emitiendo en estas fechas y que, por una cosa o por otra, me encantan. Ya sean las graciosísimas indirectas del niño de El Corte Inglés o la emotiva "otra carta" de Ikea; pasando por el emotivo anuncio de la lotería. Espero que os gusten.
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Pd: La primera parte de este post está inspirada en otro que he leído, porque me ha parecido bastante interesante. El resto es todo mío y la forma de contarlo también. Lo digo por si acaso para evitar problemas, aunque no creo que pasara nada, pero es mejor prevenir que curar;)
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