Empieza un nuevo año y con él todo el mundo empieza a hacer nuevos propósitos, a pensar en el futuro y a decidir qué va a hacer con su vida durante estos nuevos 365 días que empiezan. Pero yo, antes que eso, me gustaría dar un paso hacia atrás para coger impulso, y es que es imposible olvidar el 2017. Gracias a los momentos malos, los que me han permitido aprender y los que me han permitido darme cuenta de que soy más fuerte de lo que pensaba he podido crecer. Gracias a los momentos buenos, que siempre siempre siempre ganarán a los malos; he podido crear historias nuevas que contar, y de las que volver a reírme cuando lo haga. He dicho adiós a personas tóxicas que no quiero que tengan ningún tipo de influencia en mi vida, y he conocido a otras maravillosas que me permiten aprender tanto de ellas... He re-aprendido a querer a mi manera (sí, porque cada uno tiene la suya y al final se trata de encontrarla), y me ha servido tanto que ahora soy capaz de dar una cantidad de confianza que yo misma creía imposible (a las personas indicadas, claro).
Las dos palabras más importantes que he dicho a lo largo de este texto, y que seguro a todos os han pasado, han sido: he aprendido.
Ojalá que nunca dejéis de aprender, y que el 2018 os traiga tantas cosas buenas que el año que viene por estas fechas no seáis capaces de recordar las malas. Y si lo hacéis, como ahora, que sea para sonreír por haberlas superado con creces.
2018, estoy preparada, y esta vez voy a ir a por todas.
<3
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